El joven agricultor catalán Martí Canadell Darnés ha cumplido su sueño de conocer los modelos agrícolas de Estados Unidos, Canadá y Australia como «maquilero». Han sido ocho meses de experiencia a veces en unas condiciones extremas.

Conocemos muchas historias de personas que han recorrido el mundo andando, en bici o en moto, pero la historia de Martí Canadell Darnés, Porqueres (Girona), las supera a todas. Su pasión por las máquinas y la agricultura le ha llevado a recorrer el mundo cosechando desde Estados Unidos a Australia. Ocho meses en los que ha dado la vuelta al mundo «saliendo de su casa por la izquierda del globo y regresando por la derecha».

La historia de Martí Canadell es la historia de una «locura» por las máquinas. De familia de agricultores y ganaderos, desde muy pequeño, su obsesión han sido los tractores y las máquinas agrícolas.

«A los 18 años tuve la oportunidad de entrar a trabajar en una empresa de servicios agrícolas, Germans Puigdevall, donde conocí el mundo de las cosechadoras. Esta empresa tiene 15 tractores y 5 cosechadoras y trabaja en la zona donde vivo lo que supuso mi primer contacto profesional con este trabajo».

Estudiando ingeniería agroalimentaria en la universidad de Girona, un día aburrido en clase se quedo fascinado por un vídeo de YouTube donde salían unas empresas de los Estados Unidos que se dedicaban a cosechar de sur a norte del país recorriendo más de 30.000 kilómetros. «Me quedé impresionado y pensé que sería una magnífica experiencia», explica. Sin saber inglés, localizó 24 empresas que se dedicaban a esta actividad y con la estimable ayuda de su amigo Jordi Galí prepararon una carta de presentación en inglés.

Nueve meses para aprender inglés

«Me contestaron tres, dos me dijeron que no y una me contestó que, si era capaz de aprobar el permiso americano para conducir camión, podría trabajar con ellos. Estábamos en agosto de 2014, y en mayo de 2015 tenía que estar en Estados Unidos preparado para hablar inglés y aprobar los exámenes del permiso de camión en inglés».

En esos nueve meses, Martí Canadell fue a clases de inglés todos los días con su amigo Jordi e incluso estuvo una temporada en una granja en Irlanda para aprender más rápido. Con 22 años y el nivel justo de inglés, llegó el gran día, pasar cinco exámenes y varios prácticos, para poder cumplir su sueño. «Los cuatro primeros los pasé bien pero llegué al último con el máximo de errores permitidos, si fallaba alguna de las dos preguntas que me quedaban, me volvía a casa, pero por suerte acerté y empezó esta gran aventura».

Este agricultor gerundense pasó a formar parte del equipo de BT Harvesting, una empresa que recolecta 10.000 hectáreas, con tres cosechadoras, un tractor y siete camiones. «Se desplazan por nueve estados norteamericanos y dos provincias de Canadá recorriendo unos 35.000 kilómetros. Es como un circo, pero con cosechadoras gigantes». Cada año compran maquinas nuevas, de esta forma siempre van con la última tecnología y evitan posibles problemas por desgaste. Canadell, en esta primera experiencia, estuvo de mayo a noviembre del 2015, recolectando básicamente trigo, colza, maíz, soja y otros cultivos. «La verdad es que fue la experiencia más dura de mi vida, jornadas, que si las condiciones climáticas lo permitían, podían llegar a las 18 horas diarias», comenta.

Una vez, explica, «en Canadá, trabajamos 36 horas seguidas para poder hacer el máximo de trabajo antes de que lloviera. En este trabajo solo puedes trabajar si el tiempo lo permite, por lo que si hace malo haces fiesta». Para este joven agricultor, uno de los aspectos que más le sigue llamando la atención son las enormes diferencias de costes de producción y las dimensiones entre nuestra agricultura y la estadounidense. «Mientras que en Porqueres la media son entre 2 y 4 hectáreas, allí la media son 100-200», detalla Martí. «También, hay mucha diferencia en la posibilidad de utilizar transgénicos y en el coste de los herbicidas que en Estados Unidos es de unos 10 euros y mata todas las hierbas menos el cultivo, mientras en España el precio no baja de los 50 euros y solo mata la hoja estrecha».

Los agricultores, más respetados

«Me contestaron tres, dos me dijeron que no y una me contestó que, si era capaz de aprobar el permiso americano para conducir camión, podría trabajar con ellos. Estábamos en agosto de 2014, y en mayo de 2015 tenía que estar en Estados Unidos preparado para hablar inglés y aprobar los exámenes del permiso de camión en inglés».

En esos nueve meses, Martí Canadell fue a clases de inglés todos los días con su amigo Jordi e incluso estuvo una temporada en una granja en Irlanda para aprender más rápido. Con 22 años y el nivel justo de inglés, llegó el gran día, pasar cinco exámenes y varios prácticos, para poder cumplir su sueño. «Los cuatro primeros los pasé bien pero llegué al último con el máximo de errores permitidos, si fallaba alguna de las dos preguntas que me quedaban, me volvía a casa, pero por suerte acerté y empezó esta gran aventura».

Un millón de dólares en grano

En lo que respecta a la venta de sus productos, la mayoría de los agricultores tienen su almacén propio donde guardan la cosecha y la van vendiendo al mejor postor. «Como nosotros, en un mercado global, están sujetos también a las leyes de la oferta y la demanda internacional. Lo único que cambia son los volúmenes, lo normal es que un agricultor medio mueva perfectamente un millón de dólares en grano». Las producciones en Estados Unidos en cambio son muy bajas entre 1.000-1.500 kilos por hectárea un año malo y los buenos no pasan de 4.000. «Dependen mucho más del clima que nosotros porque las diferencias entre un año bueno y malo son entre coger o no coger nada».

Tras esta primera experiencia en Estados Unidos, Martí Canadell, regresó a España con posibilidad de trabajar aquí, algo que desechó porque quería viajar a Australia y conocer su agricultura. «Encontré muchas ofertas de trabajo, pero no quedaban visados para trabajar». Aun así, le surgió la oportunidad, gracias a John Deere de recorrer España probando el prototipo de la cosechadora S700 que salió al año siguiente al mercado. «Durante esta etapa es donde pensé lo bonito que sería dar la vuelta al mundo cosechando recorriendo las diferentes campañas por los distintos ecuadores. Y así lo hice en 2018 empezando por mi tierra en el Sur de Europa durante junio y julio» para después saltar a los Estados Unidos en agosto, recorrer en septiembre Canadá y vuelta a los Estados Unidos en octubre y noviembre para la campaña de otoño. Y ya en diciembre, cumplir el sueño de trabajar en Australia para acabar la temporada en enero en la isla de Tasmania.

Ocho meses con multitud de recuerdos como cosechar colza a -11 grados en Canadá y pasar de ese frío extremo a cosechar en Australia a 43 grados. «En Canadá las condiciones son extremas y hay que aprovechar los momentos que se derrite la nieve para sembrar y cosechar. La tierra es muy fértil y se siembran ciclos muy cortos para que dé tiempo a cosechar. Mientras que aquí se recoge la colza con entre un 7-9 por ciento de humedad, allí, se recolecta con un 12-13 por ciento de humedad». En esta tierra se aprovecha al máximo «el buen tiempo» antes de que llegue la nieve por eso las jornadas de trabajo son maratonianas casi de 17 horas. «A veces duermes tres horas y tienes que estar cantando y golpeándote las manos para no dormirte en la cosechadora. Eso si, como te pille la nieve lo mismo estas parado 10 días sin hacer nada, disfrutando del paisaje».

En la isla de Tasmania

Una de las experiencias más curiosas ha sido la vivida por este agricultor catalán en Tasmania. Una isla de Australia y que está al sur de este país.

«Tasmania es uno de los lugares más curiosos, tiene un clima muy diferente al de Australia y puedes encontrar todo tipo de cultivos, desde hortalizas hasta fruta y cereales.

En este estado australiano, Martí Canadell, estuvo trabajando un mes para la empresa, Radford Harvesting, que trabaja con 18 cosechadoras principalmente recolectando Pyrethrum. Una planta que se emplea para la elaboración de insecticidas y también opio, que se utiliza en la industria farmacéutica para la elaboración de morfina. En esta isla, junto con Kenia se recoleta prácticamente todo el Pyrethrum del mundo, planta de la que luego se extrae la Detalmetrina una materia activa que sirve para fabricar el 70% de los herbicidas que se consumen en el mundo.

 

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